Finca Valpiedra: espíritu de Rioja Alta (II)

Comentábamos en el post anterior que el leiv motiv de Familia Martínez Bujanda es el concepto de finca. Lo que habitualmente definimos como ‘terroir’, concepto adaptado de la viticultura francesa y traducido en ocasiones en España como ‘terruño’, responde a varios factores clave que determinan no sólo la calidad, sino la identidad de un vino.
El ‘terroir’ lo conforma, en primer lugar, el suelo en que se cultiva el viñedo. En el caso de Finca Valpiedra, nuestro suelo es específico y diferente a los más comunes que se pueden encontrar en Rioja.
Valpiedra es un maravilloso paraje de 80 hectáreas, asociados a los Grandes Pagos de España y situado sobre un meandro del Ebro, con suelos arcillosos de fondo y con un manto de cantos rodados y de piedras calizas que son, precisamente, la iconografía de nuestros vinos.
Los cantos, suelos característicos de algunas zonas del Ródano en Francia, por ejemplo, retienen la humedad y al mismo tiempo el calor del sol, que sigue irradiando durante unas horas en el frío nocturno, lo que nos suele ayudar en la maduración de las uvas. En este sentido, esta singularidad ha sido clave en la última añada, la 2014, ya que nos permitió vendimiar antes de las lluvias de octubre que fueron muy perjudiciales, en general, para la añada 2014 en Rioja.
Nuestro microclima, el segundo componente del ‘terroir’, es también singular. La Sierra de Cantabria, justo al otro lado del Ebro, nos parapeta del frío y de las lluvias atlánticas, aunque lleva prácticamente la viticultura al límite. En el otro extremo (sur) tenemos la Sierra de la Demanda, con un clima más mediterráneo continental (frío y seco), lo que hace que, determinadas añadas, nuestros vinos tengan un perfil más cálido (mediterráneo), con muy elevadas temperaturas en verano, y otros más fresco y lluvioso (atlántico).
Las variedades de uva es el tercer factor del ‘terroir’ y, en nuestro caso, hemos apostado por las autóctonas, las que llevan siglos adaptadas en La Rioja Alta, como tempranillo, con pequeños aporte de graciano y de las nuevas plantaciones de maturana tinta, una uva histórica en la cercana comarca de Navarrete y que, por su estructura y profundidad, creemos que se adaptará muy bien a nuestro terruño.
Por último, las prácticas culturales son el cuarto componente fundamental del ‘terroir’ de Finca Valpiedra y, en este caso, nuestro equipo técnico se esfuerza día a día desde la poda hasta la vendimia en la contención de rendimientos, el manejo de la vegetación para ser capaces, siempre que lo permitan los caprichos de la meteorología, de ofrecer a nuestros clientes el mejor vino posible cada cosecha.
En Finca Valpiedra no elaboramos los mejores vinos de Rioja, pero sí los mejores que sabemos hacer para sacar al máximo la expresión de nuestro propio terruño: vinos con la personalidad y la identidad de nuestro pago, con la riqueza de que el consumidor, cada añada, podrá encontrar los matices diferentes que nos ofrece la naturaleza.

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