¿Alguna vez has pensado que catar un vino es solo probarlo y decidir si te gusta o no? En realidad, catar un vino es mucho más que eso: es una experiencia sensorial completa que involucra todos los sentidos y te conecta con la historia y el carácter de cada botella y su origen.
Si quieres aprender a disfrutar del vino de forma consciente y descubrir todo lo que esconde, compartimos una guía sencilla con los pasos básicos para catar como un experto… ¡sin complicaciones!
Mira el color y la claridad
Antes de probar, observa bien el vino. Sostén la copa contra una superficie blanca y fíjate en:
Su color: ¿es intenso o delicado?
Su brillo y transparencia: ¿está limpio o parece turbio?
Los reflejos: un vino blanco joven puede tener tonos verdosos, mientras que uno envejecido muestra colores dorados.
El color te puede contar mucho sobre la edad, la variedad y el tipo de crianza del vino.
El ribete y la lágrima: dos pistas visuales sobre la edad y densidad del vino
Cuando observamos un vino en la copa, hay detalles que nos pueden dar pistas muy interesantes. Uno de ellos es el ribete, ese borde del vino que se aprecia al inclinar la copa sobre un fondo blanco. En los vinos blancos, el ribete varía de un tono casi transparente (cuando el vino es joven) hasta dorados intensos (que indican mayor crianza o evolución). En los vinos tintos, los jóvenes suelen mostrar ribetes violáceos o rojizos, mientras que, con el paso del tiempo, estos tonos viran hacia matices teja, marrones o anaranjados.
Otro aspecto que merece atención es la lágrima, esas gotas que se deslizan por el interior de la copa después de agitarla suavemente. La velocidad y densidad con la que caen pueden darnos una idea del contenido en alcohol y glicerina: cuanto más lenta y densa es la lágrima, mayor suele ser el cuerpo del vino.
Huele y descubre aromas
Acerca la nariz a la copa y respira profundamente. En el primer olfato, captarás sus aromas más originarios, siempre a copa parada, sin haberlo movido. Un segundo olfato más profundo, tras mover la copa, te ayudará a descubrir notas más complejas gracias a la oxigenación.
- Aromas frescos y frutales (primarios)
- Aromas derivados de la fermentación (secundarios) como notas de panadería (pan tostado, levaduras) o toques lácteos (yogur, mantequilla) según el tipo de vino.
- Aromas de crianza en barrica o botella (terciarios) como vainilla o cuero
Muévelo suavemente
Haz girar la copa suavemente para que el vino se mueva. Esto libera los aromas y también te permite ver las lágrimas que se forman en la copa y hemos mencionado anteriormente.
¿Qué sentimos en boca al probar un vino? El papel de la acidez, el tanino y el alcohol
Cuando hablamos del paladar en una cata, no nos referimos solo al sabor. En realidad, se trata de una suma de sensaciones que nos permiten entender la estructura del vino, su equilibrio y su capacidad de evolución en el tiempo.
Un vino bien hecho y con potencial para mejorar en botella debe tener tres pilares fundamentales: acidez, tanino (en el caso de los tintos) y alcohol.
- La acidez es lo que nos hace salivar. Nos aporta frescura, tensión y ese carácter vibrante que hace que el vino “cobre vida” en boca. Es clave para que el vino sea agradable, se mantenga equilibrado y envejezca bien.
- El tanino (presente sobre todo en los tintos) puede tener una textura más o menos astringente según su grado de madurez. Cuando está bien integrado, aporta estructura y profundidad, enriqueciendo el sabor y alargando la persistencia del vino.
- El alcohol aporta cuerpo, textura y calidez en boca. Equilibra las sensaciones ácidas y astringentes, y contribuye a la sensación de untuosidad en algunos vinos.
Además, en algunos vinos puede percibirse la mineralidad o sensación salina, especialmente en algunos blancos o tintos con crianza que proceden de suelos particulares. Por ejemplo, en el caso de Finca Valpiedra Reserva, esa nota salina transmite su origen mineral y le da un carácter único.
En definitiva, estas sensaciones en boca son mucho más que sabores: nos hablan del origen del vino, de su estilo y, sobre todo, de su capacidad para emocionarnos.
Disfruta del final
El final o retrogusto es lo que queda después de tragar. Un vino de calidad suele dejar un sabor agradable y duradero que invita a seguir disfrutando. Si tienes la capacidad de coger aire y expulsarlo por la nariz, mientras tienes el vino en la boca, todos sus matices y características se potenciarán.
Catar con o sin comida: el impacto del maridaje
Es importante matizar que no es lo mismo catar un vino solo que disfrutarlo acompañado de comida. Cuando catamos sin comida, analizamos el vino en estado “puro”, prestando atención a cada detalle: acidez, tanino, cuerpo, aromas… Sin embargo, en un contexto gastronómico, todo cambia.
La comida puede suavizar ciertos matices, equilibrar sensaciones e incluso potenciar sabores tanto del vino como del plato. Por eso, el maridaje tiene un papel clave: no se trata solo de combinar, sino de crear armonía y resaltar lo mejor de ambos mundos.
¡Recuerda! Se cata vino para disfrutar
No hay respuestas correctas o incorrectas, tu experiencia es única. La cata te ayuda a entrenar el paladar y a apreciar más cada copa, pero lo más importante es que disfrutes el momento.
Te invitamos a practicar y descubrir nuestros vinos, puedes elegir tu favorito de Finca Valpiedra, Finca Antigua, Viña Bujanda o Finca Montepedroso, descubrirás sus diferencias y el carácter propio en cada sorbo.