La garnacha es una de esas uvas que enamoran. Versátil, resistente y con una historia que se remonta a más de mil años, hoy vuelve a brillar con fuerza en el panorama internacional.
El 19 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Garnacha y queremos compartir contigo todo lo que hace especial a esta variedad. Hoy celebramos su historia, diversidad y el placer que nos brinda en cada copa.
Una historia con raíces aragonesas
Aunque estudios arqueológicos han encontrado presencia de esta uva en Cerdeña desde hace miles de años, la mayoría de expertos sitúa su origen en Aragón, en pleno siglo XII. Desde allí comenzó a viajar: primero a Cataluña y Navarra, luego cruzó los Pirineos hasta Francia, y más tarde llegó a Italia, Croacia y Grecia. Una auténtica embajadora mediterránea que se extendió gracias a la Corona de Aragón y su influencia en la cuenca mediterránea.
Una variedad todoterreno
Si la garnacha ha conquistado tantos rincones del planeta es porque es una cepa fuerte y adaptable. Sus raíces profundas le permiten sobrevivir a sequías, suelos pobres y temperaturas extremas. Además, se da bien en todo tipo de terrenos y puede crecer incluso en viñedos de gran altitud. En resumen: es la uva perfecta para resistir los caprichos del clima mediterráneo.
Más de una garnacha
No hablamos de una única uva, sino de toda una familia:
- Garnacha tinta: la más famosa, con piel fina y mucho color.
- Garnacha blanca: mutación que da lugar a blancos untuosos y con cuerpo.
- Garnacha peluda: reconocible por la vellosidad en sus hojas, ideal para climas secos.
- Garnacha gris: menos común, con bayas de tonos rosados.
- Garnacha tintorera: una rareza porque su pulpa también tiene color.
Cada una aporta matices diferentes y en conjunto muestran la riqueza y diversidad de esta variedad.
Una uva global
La garnacha es hoy la séptima variedad más plantada del mundo, con cerca de 190.000 hectáreas repartidas por diferentes países. España encabeza la lista, seguida por Francia e Italia, aunque también se cultiva en lugares tan dispares como California, Australia, Chile, Sudáfrica o México.
El renacimiento de una clásica
Durante años fue considerada una uva de ‘segunda fila’, destinada a vinos de producción masiva. Pero en las últimas décadas ha vivido un auténtico renacimiento. Viticultores apasionados han demostrado que, con viñedos viejos y un trabajo respetuoso, la garnacha puede dar vinos extraordinarios: elegantes, intensos y con un carácter único.
Hoy, lejos de ser “la olvidada”, la garnacha es una de las variedades más buscadas por los amantes del vino.
Nuestro país es el principal productor mundial, con casi la mitad de toda la superficie de viñedo de garnacha. Y dentro de España encontramos paisajes y estilos muy distintos:
- Aragón: considerado la cuna de la garnacha, con zonas como Campo de Borja (apodada el Imperio de la Garnacha), Calatayud o Cariñena, donde abundan las viñas viejas.
- Cataluña: con regiones tan reconocidas como Priorat, Montsant o Terra Alta, que elaboran vinos de gran prestigio internacional.
- Rioja y Navarra hasta la Sierra de Gredos: cada territorio aporta un carácter propio, desde tintos elegantes de altura hasta rosados frescos y vibrantes.
La garnacha no solo brilla en España. También tiene gran presencia en:
- Francia, el segundo productor de esta variedad, donde se la conoce como grenache y protagoniza vinos míticos del Valle del Ródano o los rosados de Provenza.
- Australia, que vive una auténtica revolución en torno a esta variedad, con viñedos históricos que producen algunos de los vinos más codiciados.
- Otros países como Estados Unidos (California), Chile, Sudáfrica o Italia.
En cada rincón del mundo la garnacha se expresa de manera distinta, pero siempre mantiene su espíritu: vinos accesibles, llenos de fruta y con mucha personalidad.
¿A qué sabe la garnacha?
Los vinos de garnacha son pura expresividad y matices:
- En su versión joven nos regalan aromas de frutas rojas frescas como fresas, frambuesas o cerezas.
- En climas más cálidos muestran notas de mora, higo y un carácter más licoroso.
- Con el paso del tiempo en barrica y botella, aparecen los recuerdos de cuero, especias y un fondo terroso que les da mucha complejidad.
En boca suelen ser vinos jugosos, con taninos suaves y un grado alcohólico que aporta calidez.
Ejemplos como Petra de Valpiedra, con su frescura y elegancia, o Finca Antigua Garnacha Crianza, que refleja el carácter más intenso y auténtico de esta uva, demuestran hasta dónde puede llegar la garnacha cuando se cuida con mimo desde la viña hasta la copa.
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