El déficit del consumo de vino en España, máxime teniendo en cuenta que nuestro país es el primer país del mundo en superficie de viñedo y tercero en producción de vino tras Francia e Italia, ha sido objeto de numeroso e incluso ‘sesudos’ análisis para intentar explicar el desapego de las nuevas generaciones hacia un producto tan nuestro y tan importante para nuestra economía.
El Wine Institute, un organismo creado por los productores de vino de California, confecciona todos los años un estudio sobre el consumo de vino per cápita en el mundo. Es el pequeño estado del Vaticano, con 54,26 litros por habitante y año, el que encabeza tradicionalmente la lista de consumo. La explicación, más que por la supuesta afición del clero hacia los vinos e incluso por participación milenaria del vino en la celebración de la Eucaristía, tiene que ver con la población del Vaticano es de apenas 800 personas (0,44 kilómetros cuadrados), adultos todos ellos, en el entorno de los 50 años, sin niños y muy habituales a compartir reuniones y comidas con vino.
Andorra, Croacia y Eslovenia ocupan los tres siguiente lugares, mientras que Francia y Portugal aparecen ya en quinto y sexto lugar con consumos de 42,5 y 41,7 litros por habitante e Italia en el puesto 10, con 33,3. El problema es que España no sale en la clasificación hasta el puesto 28, con apenas 21,26 litros per cápita.
Algo hemos hecho mal, cuando las generaciones anteriores consumían mucho más vino, aunque, como piensa nuestro director técnico Lauren Rosillo, estamos asistiendo a un cambio de tendencia: “Aunque el colectivo de mayores de 50 años sigue siendo el primordial consumidor en España, los patrones de consumo están rejuveciendo”. “Empieza a haber -continúa- un componente social del vino, a partir de 25/30 años, que lo relaciona con el ocio, la cultura y la sociabilidad”.
De hecho, los últimos datos Nielsen apuntan hacia esa recuperación del consumo de vino en España y en Familia Martínez Bujanda estamos convencidos de que lo mejor está por venir.
Ahora bien, también pensamos que hay que ser capaces de ofrecer lo que los consumidores están pidiendo: estamos ante generaciones exigentes, formadas e informadas, protagonistas de las redes sociales y dispuestas a pagar por productos de calidad que satisfagan sus expectativas.
Familia Martínez Bujanda apostó desde el primer momento por la segmentación y diferenciación clara de nuestros vinos: desde la cúspide, con los vinos de Finca de Rioja, Rueda y La Mancha, a los versiones más tradicionales del Rioja de Viña Bujanda o a la experimentación y la innovación con nuestra gama Infinitus, incluido nuestro moscatel para tomar solo o incluso combinado con bebidas refrescantes de limón como bebida nocturna.
Cada vino tiene su momento y cada consumidor tiene un vino donde elegir con Familia Martínez Bujanda con la honestidad y la garantía de nuestros más de cien años de recorrido histórico.