Se considera que un vino es dulce cuando la cantidad de azúcar residual es superior a 45 gramos de azúcar por litro.
Este tipo de vino se divide en vinos naturalmente dulces y vinos dulces naturales. Además, también hay semidulces.
Los naturalmente dulces son aquellos en los que el alcohol y el azúcar residual que contienen proceden directamente del fruto. Se puede conseguir la concentración de azúcar necesaria en la propia cepa o una vez recolectada la uva.
Con la uva todavía en la cepa se obtienen por medio tres procesos diferentes: la vendimia tardía, la congelación de las uvas (vinos de hielo) o por la podredumbre noble o botrytis cinerea. Por su parte, con la uva recolectada se consiguen mediante el asoleo en paseras o el secado a la sombra del fruto.
Los dulces naturales son aquellos en los que, para conseguir la necesaria cantidad de azúcar residual en el vino, se añade alcohol vínico. Se encabezan, que es así como se denomina la adición de alcohol al mosto, hasta llegar a entre 15 y 17 grados alcohólicos.
En España la variedad estrella para la elaboración de vinos dulces es la moscatel, aunque también se elaboran excelentes vinos dulces a partir de la Pedro Ximénez, la malvasía y la monastrell, entre otras.
De las más de 200 variedades de uva que comparten el nombre de moscatel, la mayoría no tienen una relación cercana entre sí. La excepción son los miembros de las familias moscatel morisco o de grano menudo, y moscatel de Alejandría.
El vino dulce no tiene que acompañar necesariamente un postre o platos como el foie o los quesos, también puede disfrutarse por sí solo, ya que una copa de puede ser un postre en sí misma.
Desde Familia Martínez Bujanda recomendamos el Finca Antigua Moscatel Naturalmente Dulce, elaborado a partir de la variedad moscatel morisco o de grano menudo, mediante el asoleo de las uvas. Y también es perfecto el más ligero Infinitus Moscatel, de Cosecheros y Criadores.