Después del ‘repaso’ a conceptos relacionados con el ‘terroir’ que hicimos en la entrada anterior, nos gustaría detenernos en el significado que esta forma de entender la viticultura tiene para la Familia Martínez Bujanda.
Trabajamos el concepto de ‘terroir’, de terruño, en todas nuestras fincas. En Rioja, en Finca Valpiedra hemos llevado a cabo un largo y cuidado proceso de conocimiento y selección de parcelas en las 80 hectáreas de viñedo que cultivamos en uno de los cuatro grandes meandros del Ebro a su paso por esta amplia y diversa denominación de origen.
Finca Valpiedra tiene un microclima propio, condicionado por la cercanía al río Ebro entre Fuenmayor y Cenicero y por las influencias de la Sierra de Cantabria, al norte (atlánticas), y de la Sierra de Demanda (continental), al sur; un suelo diferente, de aluvial y de cantos rodados; variedades de uva autóctonas, mayoritariamente el tempranillo adaptado hace más de mil años a la zona; y un concepto propio de viticultura sostenible y de selección de parcelas en función de las pequeñas variaciones dentro del mismo entorno.
Finca Valpiedra se distribuye a grandes rasgos en tres terrazas que bajan hasta el río, en catorce parcelas diferentes. De dicha categorización nació Cantos de Valpiedra, un vino 100% tempranillo de los suelos de aluvial más cercanos al río, mientras que las zonas más altas, arcillosas, que permiten a las viñas hincar sus raíces más profundas en busca de minerales y nutrientes añadidos las reservamos para nuestro reserva Finca Valpiedra.
Los vinos de Finca Valpiedra son vinos de paisaje, integrados en el entorno y, como le gusta argumentar a nuestro director técnico, Lauren Rosillo, “cuando un paisaje es bonito, aunque no haya estudios científicos que lo acrediten, esa belleza se transmite a los vinos”.
Finca Antigua, en La Mancha, es otro concepto de terroir, de múltiples terruños. Se trata de una vasta extensión de 1.000 hectáreas, 421 de ellas de viñedo, que familia Martínez Bujanda adquirió en 1999 e inauguró como bodega en el año 2003.
Contamos con un suelo franco, que combina a partes prácticamente iguales arena, limo y arcilla; una altitud diferencial de 900 metros y, sobre todo, un entorno, un paisaje de monte, que da un carácter balsámico, incluso mentolado, a todos nuestros vinos como sello de identidad de la casa.
Trabajamos con variedades autóctonas, como tempranillo, garnacha y viura, así como con castas internacionales que se adaptan plenamente a estas condiciones de cultivo casi límite por la altitud y la amplitud térmica (noche y día e invierno y verano) y con un extraordinario trabajo de parcelación.
El resultado es nuestra colección de varietales, que comparten el paisaje, el ‘terroir’ de Finca Antigua, dentro de la propia diversidad y personalidad que ofrece cada tipo de uva.
Un caso especial es nuestro vino Clavis, un vino de la parcela Pico Garbanzo, una de las más altas y que podríamos definir como un climat donde conviven ocho variedades en apenas cuatro hectáreas. Clavis ‘morirá’ cuando las cepas no den más de sí porque no habrá replantaciones, sino que será el propio recorrido de las viñas el que marque el inicio, la plenitud y el final de este vino, que nosotros entendemos como concepto máximo de ‘terroir’ y de vino de pago.
Finca Montepedroso es nuestra última apuesta, en este caso con un único vino del mismo nombre, que elaboramos en las 25 hectáreas que tenemos en Rueda, una excepcional zona para los blancos, marcada por suelos cascajosos, por un clima continental extremo y una elevada altitud (750 metros) capaz de darnos un vino de raza, que elaboramos con el mayor mimo posible para reflejar la personalidad de los mejores Ruedas.
En resumen, el terroir, el respeto al paisaje y la tradición que nos rodea, es una filosofía que nuestros consumidores sí podrán encontrar en cualquiera de nuestras referencias de Finca Valpiedra, Finca Antigua y Finca Montepedroso.