Lo que los franceses denominan ‘terroir’, que en España se ha traducido como terruño y a nosotros nos gusta más definir como identidad -la de un paisaje, la de una finca como con las que trabajaba Familia Martínez Bujanda, se caracteriza por la influencia del clima, del suelo, de las prácticas culturales (cultivo) y de las variedades de uva.
En Rioja, Familia Martínez Bujanda, al margen de pequeñas aportaciones adicionales de maturana tinta y graciano para nuestro Finca Valpiedra, trabaja con el tempranillo que es la casta tradicional de la zona y, también la más extendida por toda España. En este sentido, la tempranillo (de ciclo más bien corto como su nombre indica) se cultiva prácticamente en todo el país con diferentes sinonimias: cencibel (Castilla-La Mancha), tinta del país (Madrid), tinto fino (Ribera del Duero), tinta de Toro (Zamora), arganda, escobera o chichillana (Extremadura), jacibiera (Castilla-La Mancha), arauxa (Orense) y ull de llebre (Cataluña).
Como bien recordaba el profesor José Hidalgo Togores en un magnífico artículo reciente, el tempranillo ha traspasado incluso fronteras con nombres como tinta toriz y aragonés o aragonez, en Portugal, valdepeñas, en California o luis hidalgo, en Uruguay en honor precisamente al padre del investigador mencionado.
Para nosotros, el tempranillo en Rioja alcanza su máxima expresión. Poco hay que decir, ni pretendemos cuestionar lo más mínimo, la calidad de la uva en climas más extremos como Toro (tinta fina) o Ribera del Duero (tinta del país), pero, a nuestro entender, es en Rioja, y especialmente en la subzona Alta ( Finca Valpiedra), donde esta variedad se vuelve delicada, sutil y especialmente elegante, en contraste con la potencia y estructura de las otras dos zonas vitícolas mencionadas.
Un hecho fácilmente contrastable en una cata, o mejor en una cena con amigos, y en la que os animamos a comparar el tempranillo de Finca Valpiedra con los tintos de Toro y el tinto fino de las zonas de Toro y Ribera del Duero respectivamente.