Es impensable hablar del vino húngaro y no hacerlo del Tokay Aszú, uno de los vinos más codiciados internacionalmente. El mismo Luis XIV lo calificó como “vino de reyes, rey de los vinos” y llenó las copas de familias reales por toda Europa desde el s. XVII.
Esta zona vinícola situada al noreste de Hungría, a pocos kilómetros de las fronteras de Eslovaquía y Ucrania, toma su nombre de la montaña y ciudad homónimas. Incluida en el Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, los viñedos en la región de Tokay se extienden por más de 5.000 hectáreas, por pendientes orientadas hacia el sur, hasta la frontera con Eslovaquia.
Los ríos Tisza y Bobrog riegan las llanuras, creando las condiciones climáticas adecuadas para el desarrollo de las tres variedades de uva más conocidas con las que se elabora el vino de Tokay: la hárselevelü, rica en azúcar y aromas, la furmint de piel delgada y maduración tardía y la muscat lunel.
Pero no solamente las condiciones climáticas son las que confieren esas exquisitas particularidades del vino más famoso de la región Tokay, elaborado a partir de las uvas secas llamadas Aszú. El Tokay es el primer vino del que se tiene noticia que fue atacado por la famosa Podredumbre Noble, consistente en la acción del hongo botrytis cinerea, que ataca y penetra en las uvas para extraer la mayor cantidad de agua posible del interior, secándola y concentrando los azúcares.
Este especial proceso, unido a las variedades de cepas, los suelos volcánicos, los largos envejecimientos en cuevas subterráneas de 8 metros de profundidad y el original sistema de puttonyos utilizado que confiere al vino el peculiar dulzor y su gusto mohoso, cierran el círculo de la producción del Tokay Aszú.
Considerado como uno de los grandes vinos dulces del mundo, una de sus principales características es su considerable graduación alcohólica, que oscila entre los 11º y los 15º, unido a ello, son vinos muy glicéricos, intensos y de aromas muy complejos, conservando un perfecto equilibrio entre acidez y dulzor.