En la calidad del vino influye de manera importante el tipo de suelo en el que se encuentra la vid. Aspectos como la textura, la estructura, la composición o los minerales que existen en la tierra diferencian el tipo de vino que de ella se elabora. En este reportaje, intentaremos acercaros un poco más todos estos factores que influyen en la elaboración de un gran vino.
Uno de los aspectos más influyentes para la elaboración de un vino es la elección del tipo de suelo donde se cultiva la vid. De las características del suelo donde se desarrolla la planta, dependerán factores como, aromas, sabores y el carácter propio del vino cultivado en esa tierra. De entre todos los aspectos del suelo, nos detendremos en los factores más destacados que influyen en el fruto, como son su estructura, su tipología o los minerales capaces de transmitir matices únicos del terreno elegido.
Comenzaremos por una clasificación de los tipos de suelo más frecuentes en el cultivo del viñedo. Por una parte, tenemos los suelos calizos, con gran abundancia de sales calcáreas, son suelos secos y blancos, de donde se obtendrán vinos de gran personalidad. Además, están los suelos arcillosos, suelos de amarillentos a rojizos aptos para el cultivo, de donde se obtienen vinos con gran finura de no mucha graduación y con un buen bouquet. Los suelos arenosos, por su parte, no retienen bien el agua y son pobres en materia orgánica, de ellos saldrán vinos más cálidos y con gran cantidad de matices aromáticos y menos estructurados. Los suelos fértiles y húmedos, que nos darán vinos bastos y perecederos donde obtendremos gran cantidad de uva, aunque es posible que no de muy buena calidad. Los suelos aluviales, ricos en nutrientes y metales pesados, que producen vinos de buen color, los suelos pizarrosos, más frecuentemente utilizados en la elaboración de blancos, y lo suelos graníticos, aptos para la producción de tintos.
Es importante también que nos fijemos en la textura del suelo, donde diferenciaremos principalmente entre suelo compacto y suelo pedregoso. Un suelo compacto es poco apropiado para el cultivo de la vid, ya que es poco permeable y no absorbe bien el agua, por el contrario el suelo pedregoso es perfecto para la viña ya que favorece el crecimiento de la vid al poseer un excelente drenaje y permeabilidad.
Por su parte, la estructura del suelo puede ser franca cuando la proporción entra la arena, el limo y la arcilla son parecidas. Arcillosa cuando predomina la arcilla. Arenosa cuando predomina la arena. O limosa cuando predomina el limo.
Otro factor fundamental en el que tenemos que detenernos es la composición mineral del suelo, ya que los minerales presentes en él, aportan unas características determinadas al vino, y son algunas de éstas las que ayudan a marcar el carácter propio del vino. El hierro mejora los tonos azules en los vinos tintos, una tierra rica en calcio hará que nuestros vinos sean más elegantes, ya que influye en el grosor de la piel y por tanto en la acumulación de aromas y pigmentos. El magnesio, por su parte, contribuye a la armonía el sílice aporta graduación y finura, mientras que la arcilla, es la responsable de la estructura y la consistencia.
Otros aspectos importantes son el color de la tierra, que influye en el calentamiento del suelo: cuanto más clara sea más frescura aporta a la planta ya que absorbe en menor medida los rayos del sol que la tierra oscura, y la inclinación del terreno, un terreno llano se encharcará con más facilidad, mientras que una pendiente corre el riesgo de erosionarse en las laderas, sin embargo, se pueden crear microclimas especiales para el viñedo, con mayor o menor exposición al sol, buen drenaje y poca erosión.
Como comprobamos, todos estos elementos presentes en el suelo, influyen en el resultado final del vino. Una combinación correcta de todos ellos, acompañada de la variedad de uva, el clima o la meteorología, convertirá nuestras uvas en vinos diferenciados en función del tipo de suelo.
Tipos de suelos en Familia Martínez Bujanda. Cada una de nuestras bodegas, dependiendo de su situación geográfica, tienen un suelo y unas características diferentes. Finca Valpiedra, la bodega riojana, cuenta con unos suelos aluviales, dada su cercanía al río Ebro, que cruza la finca, complementados por el manto de piedras calizas y cantos rodados, que dan nombre al vino y que retienen el calor protegiendo y alimentando así a la vid. Finca Antigua, nuestra bodega manchega, está formada por suelos francos, calcáreos, pobres en materia orgánica, cualidades que, unidas a su elevada altitud, nos proporcionan vinos de gran calidad. Y por último, en Finca Montepedroso, la bodega de la DO de Rueda, contamos con suelos aluviales y de cantillo rodado.